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י״ג בתשרי ה׳תשפ״ה (15/10/2024)
בס"ד

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El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico que hace que aquellas personas que lo padecen sientan que nunca se encuentran a la altura de las circunstancias o que sean incapaces de aceptar que merecen lo que han obtenido como fruto de su trabajo.

Este trastorno tiene diferentes niveles y puede aparecer de manera temporal, como consecuencia de algún cambio que se haya producido en la vida personal o profesional, o prolongarse y empeorar con el tiempo. Por esta razón, es necesario identificarlo y trabajar en él, ya que puede llegar a convertirse en un obstáculo para tu desarrollo profesional.

Por lo general, todas las personas que padecen el síndrome del impostor tienden a ser inseguras, por lo que se cree que este mismo puede deberse a varios factores:

  • Dinámicas familiares disfuncionales en la infancia: cuando se somete a la persona a una gran exigencia para obtener buenas calificaciones o hay alguien cercano a quien se suele reconocer por sus logros, provoca que se generen comparaciones de manera constante.
  • Estereotipos de género: las mujeres suelen padecer en mayor medida estos trastornos a causa de las presiones que existen para conjugar la vida profesional con la exigencia social de ser madres.
  • Ser demasiado autoexigente: cuando una persona tiene expectativas excesivamente altas sobre sí misma y nunca llega a cubrirlas, esto le genera altos niveles de ansiedad y posibles bloqueos mentales.
  • Percepción distorsionada del éxito, el fracaso y la competencia: en general, estas personas tienden a hacer esfuerzos desmesurados por objetivos que después no compensan.

Como se puede percibir, el síndrome del impostor es un miedo encubierto a no estar a la altura, pese a destacar en un ámbito en particular. Un ejemplo muy claro es el de un estudiante que ha trabajado duro y se presenta a los exámenes, pero cree que no ha rendido lo suficiente o que no conseguirá buenas notas, aunque luego se sorprende con un excelente resultado.

¿Cuáles son los cinco perfiles más comunes?

Perfeccionista: aquellas personas que se proponen metas demasiado altas y siempre piensan que lo podrían haber hecho mejor, aunque tengan éxito. 

Superhumano: para cubrir sus inseguridades, estas personas creen que necesitan trabajar cada vez más, lo que puede acabar perjudicando su salud mental y su relación con los demás.

Genio natural: son quienes suponen que todo debe salirles al primer intento o de forma fluida, y se frustran cuando no es así.

Individualista: escogen hacerlo todo por su cuenta y sin pedir ayuda a los demás por temor a que se evidencien sus supuestas incapacidades.

Experto: consideran que no han sido honestos y tienen miedo a que los descubran.

Cómo trabajar el síndrome del impostor

El síndrome del impostor se manifiesta a través de diversos síntomas, visibles en actitudes como la no aceptación de los elogios, el empeño excesivo que se pone en una tarea y la comparación constante. Lo primero que hay que hacer es reconocer esas posturas:

  • No aceptar las recompensas: el hecho de no interiorizar los propios logros hace que, al recibir una felicitación, como un premio o una buena calificación, esta persona lo atribuya a otras causas, por ejemplo: “me ha ido bien porque lo revisé con un compañero” y “he tenido suerte”. 

Si bien es cierto que trabajar en equipo contribuye a conseguir mejores resultados, también hay detrás un trabajo individual. Por este motivo, es importante que siempre se reflexione sobre el camino que se ha recorrido para recordar que se ha llegado hasta ahí como fruto del esfuerzo personal. 

  • Intentar ser un superhéroe: una actitud muy habitual es la de tratar de ser siempre el mejor, actuar como invencible y superpoderoso. El problema es que, cuando no logras llegar a esos objetivos, sientes que has fracasado.

Sin embargo, a veces, es mejor aceptar que tenemos algunas limitaciones y que debemos pedir ayuda.

  • Comparación constante: en ocasiones, compararse puede ser útil, no obstante, la mayoría de las veces comporta ansiedad, sentimientos de envidia y baja autoestima. Para hacer frente a esta actitud, procura enfocarte en tus objetivos y revisar todo lo que has hecho hasta ahora. 

Aprender a confiar en ti y en el fruto de tu esfuerzo es un trabajo que conlleva tiempo y dedicación, como también aceptar que nadie es perfecto. En este sentido, continuar adquiriendo conocimientos, sin importar la edad que tengas, es una de las mejores vías para obtener esta confianza.

Es hora de trabajar felices!!
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EMBAJADOR DE MARCA

Los embajadores de marca son los mejores aliados de las empresas para promocionar sus productos y fortalecer la estrategia de branding. Te explicamos qué significa ser embajador de una marca.  Embajador de marca En un mercado cada vez más saturado en el que los consumidores están expuestos a una gran cantidad de mensajes publicitarios, no es fácil conseguir que una marca destaque. Limitarse a promocionar los beneficios de los productos no basta, las marcas deben ser capaces de comunicar sus valores y conectar emocionalmente con su público objetivo. Esa es precisamente la misión del embajador de marca. ¿Qué significa ser embajador de una marca? El embajador de marca es una persona que representa la imagen de la organización ante su público objetivo. Encarna la identidad corporativa, se identifica con sus valores y se encarga de atraer a clientes potenciales generalmente compartiendo sus experiencias con los productos y/o servicios de la empresa. Los embajadores de marca realizan diferentes acciones promocionales offline y online. Pueden convertirse en una de las voces del blog corporativo, acudir a los eventos patrocinados u organizados por la marca, grabar spots publicitarios o alimentar el interés por la marca a través de publicaciones en sus redes sociales. La importancia del embajador de marca en el marketing El impacto positivo de las acciones de los embajadores de marca suele aumentar la popularidad de la empresa y, como resultado, se produce un incremento de las ventas. ¿Cómo ser embajador de una marca? Para ser embajador de una marca hay que cumplir ciertos requisitos. Ante todo, la persona debe tener una buena reputación dentro y fuera de Internet. También debe identificarse y proyectar los valores de la marca. Generalmente se busca a personas proactivas y extrovertidas con una gran capacidad de comunicación con el público objetivo. Eso significa que para ser embajador de una marca hay que cuidar mucho la imagen y ser auténtico.  Mantenerse activos en las redes sociales y conseguir una buena base de seguidores fieles es un buen comienzo. De hecho, muchas marcas están apostando por micro-influencers en nichos de mercado específicos que tengan una gran credibilidad y una conexión fuerte con su público. Existen plataformas, como Scrunch, especializadas en poner en contacto a los influencers con las marcas. Por supuesto, tener conocimientos de marketing también allana el camino para ser embajador de una marca.

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