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כ״ה בתשרי ה׳תשפ״ו (17/10/2025)
בס"ד

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En su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, Stephen Covey plantea su teoría del “Ganar-Ganar” (Win-to-Win, en inglés). Como él afirma, “no es una técnica; es una filosofía de la interacción humana”.“Ganar-ganar” significa buscar un equilibrio en toda situación de relacionamiento con los demás, donde ambas partes salgan lo mejor beneficiadas posibles, y que esto se traduzca en un nivel de satisfacción aceptable al negociar.

Usualmente en los planteos de negociaciones, lo primero que aparece es una focalización en el “quiero ganar”, que implica, necesariamente, que el otro pierda. Sin embargo, el “ganar-ganar” es más aspiracional y se coloca por encima de los intereses predominantes de una persona, empresa o situación, para abarcar la totalidad de lo mejor que podría obtenerse en aquel momento.

  • Los 6 modelos de negociación más usuales

Para comprender la variedad de alternativas, es necesario que cada uno, organización, entidad, se observe en una perspectiva negociadora, y detectando cuál es el patrón predominante cuando se dirimen cuestiones de distinto tipo:

Aquí, los 6 modelos más usuales sobre los que se mueve la mayoría de los seres humanos puestos a la hora de negociar algo:

  1. Ganar/Ganar (G/G)
  2. Ganar/Perder (G/P)
  3. Perder/Ganar (P/G)
  4. Perder/Perder (P/P)
  5. Ganar (G)
  6. No hay trato (NHT)

Como se observa, son seis matices completamente diferentes. Incluso muchos de ellos se basan en mecanismos inconscientes que se activan a la hora de negociar.

La clave para llegar a mantener un “ganar-ganar” permanente en la vida personal y profesional es elevarse por sobre el interés individual y proyectar el mejor beneficio compartido al que se puede arribar.

Aquí, un repaso breve de cada uno:

  1. Ganar-Ganar significa Yo gano-Tú ganas Se persigue un beneficio mutuo, basado en la sinergia, y la creencia de que el éxito de todos es superador al suceso personal de una u otra parte.
  2. Yo gano / Tú pierdes: Esta mirada se basa en lineamientos de liderazgo autoritario, donde uno prevalece por sobre otro. Generalmente es el paradigma que los adultos arrastran desde niños, ya que hay que “ganar” a toda costa. Los principios son de comparación y de pura competencia.
  3. Yo pierdo / Tú ganas. Las personas que buscan aprobación o que quieren agradar a todos, suelen basarse en la concesión -aunque no se esté de acuerdo-, en la renuncia a los derechos propios, o en la aceptación mansa de lo que se plantea, muchas veces este estilo se basa en la aceptación sin más de lo que el otro impone. En este formato se promueve que quien pierde acumule ira, resentimiento, y deteriore los vínculos en forma pronunciada, ya que se ve siempre sometido a los designios del otro.
  4. Yo pierdo / Tú Pierdes. Se relaciona con el desear que la otra parte pierda, y uno también, lo que produce un sentimiento de venganza. Es la filosofía que impera en conflictos de gran escala, como una guerra. También en personas que actúan como víctimas de la vida, sin hacerse responsables por sí mismas, y se consuelan pensando que el otro está igual de mal que ellas.
  5. Yo gano. Es muy usual en el mundo de los negocios deshumanizados, donde a la persona no le importa cómo se siente el otro, sino que van exclusivamente tras su objetivo, que no precisamente busca siempre el bien común o mayor para todos.
  6. No hay trato. Esta forma representa la imposibilidad de alcanzar algún tipo de acuerdo en el momento, por lo que se necesitarán buscar caminos alternativos que pudiesen ser positivos para las demás partes. Se utiliza mucho en negociaciones comerciales, para ejercer presión sobre el otro o producir un desgaste en el vínculo. En una perspectiva más positiva, se puede coincidir en que “no hay trato” para abrir otro tipo de instancias.

Es hora de trabajar felices!!
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*Articulo adaptado y traducido por Mamá Mía 360

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Volver a la Rutina Después de Sucot: Kohelet, la Sucá y el Alma Emprendedora

Quince días de pausa. 7 días de fragilidad bajo un techo de ramas, mirando el cielo entre las hojas y recordando que nada —ni el éxito, ni el dinero, ni siquiera el tiempo— nos pertenece del todo.Sucot es la fiesta de la intemperie. La que nos enseña que lo esencial no es tener un techo firme, sino un propósito firme. En la Sucá aprendemos a vivir con lo justo, a disfrutar sin exceso, a agradecer sin controlarlo todo. Cada noche, mientras el viento movía las schajot, muchos de nosotros sentimos lo mismo que siente todo emprendedor: incertidumbre, vulnerabilidad… pero también plenitud y fe. Kohelet: La sabiduría que necesitamos para volver En Shabat de Sucot leímos la Meguilat Kohelet, ese texto que incomoda, inspira y sacude al mismo tiempo. “Vanidad de vanidades, todo es vanidad.”“Mejor es el fin de una cosa que su comienzo.”“Da al que no tiene, porque no sabes qué mal vendrá sobre la tierra.” Kohelet no nos dice que no trabajemos; nos dice por qué trabajamos.Nos recuerda que el crecimiento sin propósito es como una Sucá sin techo: parece sólida, pero está vacía.Y que el equilibrio entre acción y reflexión es el secreto de toda vida significativa. “Hay un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar,un tiempo para callar y un tiempo para hablar,un tiempo para construir… y un tiempo para detenerse.” Una enseñanza del Rab Eliahu Sharbit Recuerdo una frase del Rab Eliahu Sharbit, dicha en una de esas clases que parecen simples pero se te graban en el alma: “La rutina no es enemiga del crecimiento. El problema es cuando la rutina se vuelve inconsciente.” Y esa idea me marcó.Volver a la rutina no significa volver al automático.Significa volver con conciencia, con la memoria de Sucot en el alma, sabiendo que la estabilidad que buscamos no está afuera sino adentro.La Sucá se desarma, pero lo que aprendemos dentro de ella se queda con nosotros todo el año. Una escena que lo resume todo El último día de Jol Hamoed, mientras desarmábamos la Sucá, mis hijos me ayudaban a bajar las ramas.Shay me preguntó: “¿Por qué hacemos tanto esfuerzo por una casa que después tiramos?”Y Liby, sin pensarlo mucho, respondió: “Porque Hashem quiere que aprendamos a disfrutar mientras está, no cuando ya no está.” Ahí entendí que esa es la meguilá del emprendedor:el arte de construir algo sabiendo que es pasajero, pero hacerlo igual con amor, con entrega y con fe. El emprendedor que vuelve distinto Hoy volvemos a los mails, los clientes, las planillas, los desafíos.Pero ya no somos los mismos. El que vuelve después de Sucot ya probó lo esencial.Ya entendió que puede vivir una semana sin lujos y seguir siendo feliz.Que puede bajar del ritmo sin perder valor.Que su casa verdadera está en sus valores, en sus relaciones, y en su propósito. Por eso, volver no es “retomar el trabajo”:es reconstruir la Sucá dentro nuestro, cada día, entre los clics, los Zooms y las ventas.Y si logramos mantener ese espíritu, entonces la Sucá no terminó: se mudó con nosotros. El versículo que todo emprendedor debería recordar* “Teme a Dios y guarda Sus mandamientos, porque eso es todo el hombre.” (Kohelet 12:13) En lenguaje moderno:Recordá quién sos.Por qué empezaste.Y que cada proyecto sea un canal para algo más grande que vos. Porque al final, Sucot no se termina: se muda con uno Cada año construyo una Sucá con mis manos,pero Sucot me reconstruye a mí por dentro. ✍️ MBA Federico PipmanCEO de Mamá Mía 360 | Asesor de negocios y coach motivacional

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“He cambiado, lo prometo”: la trampa disfrazada en el mundo emprendedor

“He cambiado, lo prometo”: la trampa disfrazada en el mundo emprendedor La metáfora de la ratonera y el ratón En la ilustración vemos a una ratonera que, con flores en mano, le promete a un ratón: “He cambiado, lo prometo”. La escena es tierna y absurda al mismo tiempo, porque todos sabemos que, aunque la ratonera se disfrace de romántica, su naturaleza sigue siendo la misma: una trampa. En el mundo de los negocios y del emprendimiento, esta metáfora es más real de lo que parece. Muchas veces nos cruzamos con oportunidades que parecen atractivas, personas que llegan con sonrisas y promesas, o propuestas que suenan demasiado buenas para ser verdad. Trampas disfrazadas de oportunidades La enseñanza es clara: no todas las flores son sinceras, y no todas las promesas significan un cambio real. El peligro de la ingenuidad emprendedora Cuando uno empieza un proyecto, es común ilusionarse con cada puerta que se abre. El entusiasmo puede volvernos ingenuos, como el ratón que mira con ternura el ramo de flores sin recordar que enfrente está la ratonera.Pero en los negocios, la ingenuidad se paga caro. Una lección aprendida con varios clientes Yo mismo, como emprendedor y asesor, me crucé más de una vez con clientes que llegaban con discursos encantadores y promesas de oro. Me decían: “La próxima semana te pago”, “Con este proyecto vas a crecer muchísimo”, o “Yo te recomiendo a todos mis contactos”.Las flores eran hermosas, pero detrás había ratoneras: proyectos que nunca se cobraron, horas de trabajo desperdiciadas, energías drenadas. No fue una vez, fueron varias. Y aprendí que confiar ciegamente es regalarle tu tiempo y tu paz a quien no lo merece. El sexto sentido que me salva Tengo que confesar algo: muchas veces fue mi esposa Jani la que, con su sexto sentido, me advirtió que algo no olía bien. Cuando la escuché, me salvé de caer en una ratonera. Pero cuando no le hice caso… terminé atrapado. Esa es otra gran lección: rodearse de personas que ven lo que uno, por entusiasmo, a veces no quiere ver. Cómo protegerte de las “ratoneras” en los negocios La otra cara de la metáfora Y también vale mirarnos al espejo: como emprendedores, ¿cuántas veces prometemos que “esta vez haremos todo distinto” y seguimos cayendo en los mismos errores? Postergamos la contabilidad, improvisamos estrategias, aceptamos clientes tóxicos o no ponemos límites.La ratonera no siempre está afuera; a veces somos nosotros mismos los que debemos cambiar de verdad. “La verdad detrás de las flores” Las flores son lindas, pero los hechos son los que huelen a verdad. Un emprendedor épico no se enamora de promesas, se compromete con realidades. “Ahora te toca a vos” El camino emprendedor está lleno de flores y trampas. La clave está en distinguir cuándo las flores son auténticas y cuándo son parte de un disfraz. La confianza es fundamental, pero la ingenuidad es peligrosa.No olvides: una ratonera con flores sigue siendo una ratonera. 👉 Ahora te pregunto: ¿Qué ratoneras disfrazadas de flores has encontrado en tu camino emprendedor? ¿Cómo aprendiste a detectarlas? ✍️ MBA Federico PipmanCEO de Mamá Mía 360 | Asesor de negocios y coach motivacional

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