Quince días de pausa. 7 días de fragilidad bajo un techo de ramas, mirando el cielo entre las hojas y recordando que nada —ni el éxito, ni el dinero, ni siquiera el tiempo— nos pertenece del todo.Sucot es la fiesta de la intemperie. La que nos enseña que lo esencial no es tener un techo firme, sino un propósito firme. En la Sucá aprendemos a vivir con lo justo, a disfrutar sin exceso, a agradecer sin controlarlo todo. Cada noche, mientras el viento movía las schajot, muchos de nosotros sentimos lo mismo que siente todo emprendedor: incertidumbre, vulnerabilidad… pero también plenitud y fe. Kohelet: La sabiduría que necesitamos para volver En Shabat de Sucot leímos la Meguilat Kohelet, ese texto que incomoda, inspira y sacude al mismo tiempo. “Vanidad de vanidades, todo es vanidad.”“Mejor es el fin de una cosa que su comienzo.”“Da al que no tiene, porque no sabes qué mal vendrá sobre la tierra.” Kohelet no nos dice que no trabajemos; nos dice por qué trabajamos.Nos recuerda que el crecimiento sin propósito es como una Sucá sin techo: parece sólida, pero está vacía.Y que el equilibrio entre acción y reflexión es el secreto de toda vida significativa. “Hay un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar,un tiempo para callar y un tiempo para hablar,un tiempo para construir… y un tiempo para detenerse.” Una enseñanza del Rab Eliahu Sharbit Recuerdo una frase del Rab Eliahu Sharbit, dicha en una de esas clases que parecen simples pero se te graban en el alma: “La rutina no es enemiga del crecimiento. El problema es cuando la rutina se vuelve inconsciente.” Y esa idea me marcó.Volver a la rutina no significa volver al automático.Significa volver con conciencia, con la memoria de Sucot en el alma, sabiendo que la estabilidad que buscamos no está afuera sino adentro.La Sucá se desarma, pero lo que aprendemos dentro de ella se queda con nosotros todo el año. Una escena que lo resume todo El último día de Jol Hamoed, mientras desarmábamos la Sucá, mis hijos me ayudaban a bajar las ramas.Shay me preguntó: “¿Por qué hacemos tanto esfuerzo por una casa que después tiramos?”Y Liby, sin pensarlo mucho, respondió: “Porque Hashem quiere que aprendamos a disfrutar mientras está, no cuando ya no está.” Ahí entendí que esa es la meguilá del emprendedor:el arte de construir algo sabiendo que es pasajero, pero hacerlo igual con amor, con entrega y con fe. El emprendedor que vuelve distinto Hoy volvemos a los mails, los clientes, las planillas, los desafíos.Pero ya no somos los mismos. El que vuelve después de Sucot ya probó lo esencial.Ya entendió que puede vivir una semana sin lujos y seguir siendo feliz.Que puede bajar del ritmo sin perder valor.Que su casa verdadera está en sus valores, en sus relaciones, y en su propósito. Por eso, volver no es “retomar el trabajo”:es reconstruir la Sucá dentro nuestro, cada día, entre los clics, los Zooms y las ventas.Y si logramos mantener ese espíritu, entonces la Sucá no terminó: se mudó con nosotros. El versículo que todo emprendedor debería recordar* “Teme a Dios y guarda Sus mandamientos, porque eso es todo el hombre.” (Kohelet 12:13) En lenguaje moderno:Recordá quién sos.Por qué empezaste.Y que cada proyecto sea un canal para algo más grande que vos. Porque al final, Sucot no se termina: se muda con uno Cada año construyo una Sucá con mis manos,pero Sucot me reconstruye a mí por dentro. ✍️ MBA Federico PipmanCEO de Mamá Mía 360 | Asesor de negocios y coach motivacional